La economía de mercado es el medio más eficiente y moralmente defendible para asignar los recursos escasos. Sin embargo, se reconoce que los mercados no son perfectos, lo mismo que el estado, con sus distintas políticas y regulaciones.
Algunos de los problemas generados por un estado ineficiente se detectan fácilmente, como el desinterés para innovar, la búsqueda de favores para los intereses especiales, los costes más elevados de todas las transacciones, un menor crecimiento económico, monopolios concedidos por el estado que eliminan la competencia, barreras a la entrada en contra de los nuevos entrantes, opciones restringidas para los consumidores, precios más altos, leyes confusas que se superponen, abusos del poder público, y recursos excesivos destinados a la política y el cabildeo.
La economía cubana deberá volver a integrarse en el concierto de naciones, asumiendo un modelo económico y social compatible con el resto del mundo, poniendo punto y, final a la auto exclusión marxista leninista de seis décadas. Cuba solicitará su ingreso en todos los organismos internacionales de cooperación económica, respetará las normas al uso, y se vinculará con los mercados de capitales y financiación.